
El símbolo vivo en la ceremonia
En toda boda hay personas que no solo asisten: sostienen. Quienes, con su sola presencia, elevan la ceremonia al nivel de lo sagrado. Uno de esos roles es el del padrino de arras. No se trata únicamente de alguien que entrega un objeto, sino de quien ofrece su bendición, su respaldo emocional y su legado simbólico.
En la tradición católica y en muchas culturas mexicanas, el padrino es elegido por su cercanía afectiva y por el respeto que inspira. Pero también por su capacidad de representar lo que la pareja valora: sabiduría, generosidad, fe, unión.
Entregar no es dar: es acompañar con intención
En el momento de la ceremonia, cuando el padrino extiende las arras a los novios, ocurre algo que va más allá del protocolo. Es un gesto que, aunque breve, encierra una carga emocional y espiritual profunda. Es la manifestación visible de un lazo invisible.
No se trata solo de regalar: se trata de transferir cuidado, de compartir una parte del corazón con la nueva familia que comienza. Como dice la escritora mexicana Tere Vale:
“Lo más importante no es lo que das, sino lo que acompañas.”
El acto de entregar las arras no termina con el contacto de las manos. Es un ritual de presencia y continuidad, una forma de decir: “Estoy aquí para ustedes. Y lo estaré siempre.”

¿Quién puede ser padrino? La elección como acto simbólico
Muchas veces, la elección del padrino de arras recae en una figura materna o paterna extendida: un tío, una tía, un amigo entrañable, una madrina de bautizo. Más allá de la tradición, lo que importa es que esa persona encarne valores compartidos con la pareja: lealtad, sabiduría, protección.
Elegir a alguien no es un gesto casual. Es invitarlo a entrar emocionalmente en la historia que está por comenzar, a formar parte del círculo íntimo que sostiene el amor en el tiempo.
En Nájera Hermanos, cada padrino es un portador de legado
Nuestros cofres y arras están pensados para dignificar el momento de la entrega. No son un simple obsequio, sino una ofrenda simbólica que refleja el cariño, la responsabilidad y la profundidad de quien los entrega.
Cada pieza está hecha para honrar el vínculo entre quien guía y quienes se entregan, porque sabemos que un padrino de arras no solo forma parte de la ceremonia: forma parte del alma del ritual.
“Acompañar a alguien es una forma sutil de decirle: tu historia también me importa.”— Cristina Rivera Garza
Un rol que trasciende el momento
Ser padrino de arras es formar parte de algo más grande que una ceremonia: es participar en la creación de un nuevo lazo familiar, un nuevo linaje emocional. Es convertirse en testigo y custodio de un amor que comienza con esperanza, con intención y con bendición. En ese instante fugaz de la entrega, el padrino no da un objeto: entrega una parte de su propia historia al servicio de otra.
