Rituales que unen: la entrega de las arras

El instante suspendido: cuando el tiempo se vuelve símbolo

En toda boda, hay un momento que no se anuncia con palabras, pero que marca un antes y un después. Es el instante en que las arras cambian de manos. Es breve, pero en su brevedad, encierra una profundidad silenciosa que conecta generaciones. Ese momento, cargado de intención, es mucho más que una tradición: es un ritual de entrega, confianza y bendición.

La entrega de arras no es un acto mecánico, sino un rito que habla sin hablar. Como diría la poeta Aura Estrada:

“El ritual es la forma que encuentra el alma para hablar sin palabras.”

¿Qué ocurre cuando se entregan las arras?

Generalmente, el padrino o madrina ofrece las arras a los novios —o el novio a la novia, dependiendo de la tradición familiar—, y se realiza una bendición breve que consagra el acto como promesa de abundancia y protección mutua.

Las arras, con su número simbólico de trece, representan la prosperidad durante cada mes del año y un acto adicional de caridad o fe. Pero más allá de su significado formal, lo que ocurre en ese momento es un pacto silencioso, un lenguaje de gestos que reemplaza al lenguaje hablado.

Se cruzan las miradas. Se toman las manos. Se entrega algo más que un objeto: se entrega el deseo de construir un futuro compartido.

El ritual como puente emocional

Los rituales cumplen la función ancestral de darle cuerpo a lo invisible. En el caso de las arras, ese invisible es la intención: el compromiso real de compartir lo que se tiene y lo que aún no se tiene; de cuidarse mutuamente en la abundancia y en la escasez.

Cuando el gesto se realiza con consciencia, no solo une a los novios: une a las familias, a los presentes y a los ausentes. El rito se convierte en puente emocional entre lo que somos y lo que aspiramos a ser.

La entrega como legado

En muchas familias, las arras se heredan. O se personalizan para formar parte de un linaje simbólico que va más allá de una sola boda. Esta decisión transforma el acto en una ofrenda intergeneracional. Quien entrega no solo está presente en el ritual: se vuelve parte del recuerdo, del relato que se contará después.

Incluso cuando las arras son nuevas, el momento de la entrega las consagra. A partir de ahí, ya no son solo joyas: son parte de una historia.

En Nájera Hermanos, cada entrega es un acto de consagración

Por eso, diseñamos arras que no solo brillen: que hablen. Que tengan un peso simbólico y una presencia que invite al recogimiento. Que sean entregadas con respeto, con intención, con la emoción que merece un momento irrepetible.

Porque cuando se entregan desde el alma, las arras se transforman en legado.

“Los actos más silenciosos son los que más hondo dejan raíz.”— Josefina Vicens

Cuando un gesto se convierte en herencia

En tiempos donde lo inmediato parece dominarlo todo, la entrega de las arras nos recuerda la importancia de lo lento, lo presente y lo intencional. Es un instante donde el amor se vuelve ceremonia, y la ceremonia, un acto de futuro. Lo que se entrega en ese momento no se pierde: permanece en la memoria, se queda en el alma y viaja con los que inician el camino.

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